HOMENAJE A EMILIO COLOMER DOMÍNGUEZ

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Descripción

EMILIO COLOMER DOMÍNGUEZ: SÍNTESIS BIOGRÁFICO-ARTÍSTICA

Tercero de cuatro hermanos, Emilio Colomer Domínguez nace en 1922 en Burriana por una casualidad del destino. Su padre, José Colomer, trabajador de una papelera de Alcoy, es contratado para ocupar el cargo el jefe de planta de la nueva fábrica recién instalada en Burriana, la Papelera del Cid. Por tanto, Colomer podría haber sido alcoyano, pues en esa industriosa ciudad vivía su madre, natural de Cocentaina, y su padre, natural de Alcoy.

Mientras su padre dirigía la fábrica de papel, Emilio Colomer daba en la escuela sus primeros pasos como artista. Dotado de unas cualidades innatas para el dibujo, su maestro potenció esa faceta mientras él se divertía caricaturizando a lápiz a sus compañeros de clase. En 1936, cuando había cumplido 14 años, su familia ha de trasladarse a Buñol, a una nueva fábrica papelera. La Guerra Civil la vive y la sufre en Buñol siendo adolescente. Nada más finalizar la contienda, estuvo detenido, junto a su hermano mayor José, en el campo de  fútbol de Mestalla durante varios días.

Es llamado a filas por el Ejército vencedor, y realiza en Jaca el Servicio Militar Obligatorio durante dos años (1941-1943).

Tras ser licenciado, decide trasladarse a Valencia, donde compagina estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Valencia, donde tiene como profesores, entre otros, a Vicente Gil Pérez y Vicente Fabra, prestigiosos pintores que en la posguerra habían montado un taller en la calle Roteros para dedicarlo a la cartelería publicitaria.

Emilio Colomer ingresó en dicho taller en 1947, cuando contaba 25 años. Su primer cartel para cine fue el de la película “La dama de las camelias”, para el cine REX de Valencia, cartel que reflejaba el rostro de Greta Garbo en grandes dimensiones.

Se casó con Pilar García en 1955, y el matrimonio fijó su residencia en la portería del edificio de Pérez Pujol, 6. Emilio Colomer pintaba sus cuadros en uno de los altillos o porches que había en la terraza del edificio. Cuando atardecía y no disponía de suficiente luz, se bajaba con su caballete y sus bártulos al patio de entrada y seguía pintando ante el asombro y la admiración de los viandantes.

Fue el cambio de domicilio del taller de Gil y Fabra, que de Roteros pasaron al Camino del Grao, a Tabernes Blanques y, definitivamente, a la calle Florista, 132, en el barrio de Benicalap, lo que acercó a Emilio Colomer a Burjassot.

En 1966 fijó su residencia, junto a su esposa, Pilar, y sus hijos, Juanjo, Emilio y Pilar, en la calle Maestro Giner, 10 de Burjassot. En el ático de un edificio de nueva construcción. Precisaba disponer de mucha luz para ejercitar su segundo oficio, el de pintor. Es en este campo donde tenía libertad artística, donde podía alternar acuarela, técnica en la que llegó a ser uno de los mayores expertos de los años ochenta, óleo, retrato e hiperrealismo incluso en miniaturas del tamaño de un sello.

De su labor como cartelista hay que destacar que Gil y Fabra delegaron completamente en Emilio Colomer su taller. Él era, junto con sus ayudantes, la “mano invisible” de “Gil y Fabra”, de quienes había recibido todas las enseñanzas de las técnicas a utilizar, desde la caja negra al aerógrafo, desde el gouache y su aplicación hasta la forma de fabricarlo con cola de conejo y pigmentos minerales.

Si en sus comienzos disponía de veinticinco cines para confeccionar sus carteles anunciadores de los estrenos, poco a poco fue reduciéndose dicha cantidad. Doce cines tenían contratados en 1982, debido, principalmente, a que los luminosos fueron sustituyendo paulatinamente a los carteles hechos a mano. A finales de los ochenta, ya no quedaba ningún cine valenciano que empleara esas grandes obras de arte efímero para anunciar las películas de su programación.

Emilio Colomer falleció el 19 de noviembre de 1988.

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